SEXO, PANTALLAS Y REGETÓN. AGENDA 2030. Nuevo artículo Dr. Arturo Vinuesa.
Gracias a los avances médicos en neurociencia, hoy sabemos que nuestro bienestar emocional y alegría dependen del equilibrio de varias hormonas y neurotransmisores que modulan el sistema nervioso y el estado de ánimo…
La imagen que me viene al pensar en la felicidad, es la de un bebé…no el de la imagen, sino la de un bebé gateando, contento y satisfecho sobre sus 4 extremidades. Para mí, estas son las 4 patas de la felicidad, donde se cimienta la plenitud del Ser: la primera pata, y más básica, tiene que ver con el placer (que va de la mano de la DOPAMINA), la segunda pata es sentirse amado y amar (que tiene que ver con la OXITOCINA), la tercera sería la tranquilidad y la calma (que se unen al GABA) y la última tendría que ver con la autoestima (que depende de la SEROTONINA).
Estos 4 pilares de la mesa de nuestra felicidad siempre pueden ser cortadas por el serrucho del CORTISOL, hormona del estrés, que a menudo invalida y neutraliza los circuitos neuronales del bienestar. Este cortisol se activa por el sistema nervioso simpático; es decir, por todo lo que implique miedo y/o peligro, ya sea real o imaginario. Anulando e impidiendo, así, que entre en juego nuestro sistema nervioso parasimpático, que es donde reside el bienestar emocional y la curación de cualquier enfermedad física, des de un catarro hasta el cáncer más agresivo.
Cada bebé viene de serie llenito de las 4 hormonas; después de nadar 9 meses en el mar de gaba y oxitocina del líquido amniótico, nace entre algodones directo al pecho de su mamá (más oxitocina). Este nuevo vínculo, siempre que la mamá esté en un buen equilibrio, y las nuevas relaciones que se generan (padre, hermanos, familia, etc…) lo llena de buen placer (dopamina), de autoestima (serotonina) y de protección y tranquilidad (más gaba).
Este bebé, que gateaba a 4 patas, va aprendiendo a caminar, a correr y a saltar…y también va entrando, en contra de todas las asociaciones de pediatría del mundo, en el mundo de las pantallas. Primero de la mano del ejemplo de sus padres (casi siempre ya enganchados a ellas) y después con la complicidad de colegios y planes gubernamentales para la digitalización de las aulas. Las excusas son variadas; al principio “es que así le engañamos y come”, después “es que es la única forma de que se porte bien y no moleste”, al final “es que no queremos que sea el “rarito” de clase”, etc…Así, niños, padres y profesores son casi obligados a vivir las clases, los deberes y las relaciones detrás de una pantalla, para cumplir así los objetivos de la nueva vida virtual de la agenda 2030.
De esta forma, nuestros niños, consumidores digítales pasivos desde pequeños, llegan a la crucial atapa de la adolescencia y se convierten en jóvenes que consumen su precocinada Vida detrás de una pantalla impregnada de reguetón, hipersexualidad y distracciones, tan vacías como inútiles. Sus cerebros son incapacitados para poder prescindir de su tesooooro (como diría Golum) porque, inteligentemente, alguien muy listo, ha ido metiendo dentro de sus móviles todo lo que “necesitan” para sus vidas; hoy su smartphone, es su teléfono, su cámara de fotos, su agenda, su despertador, su reproductor de música, su espejo, su linterna, su mapa, su forma de relacionarse y ligar, su enciclopedia, su calendario, su videojuego, su tarjeta de crédito, su tienda on-line, su televisión, su agenda de viajes, su pasaporte, su videocámara, su brújula, su revista pornográfica, su banco, su periódico, su álbum de fotos, su radio, su diccionario de traducción, su casino, su supermercado, su baúl de los recuerdos, su restaurante, su cine…etc. Podríamos seguir y llenar folios, pero para no aburrir, a mí lo que más me duele es que los niños y jóvenes ya no aprendan de un maestro a pintar o cualquier otra disciplina, sino que regalen su curiosidad y su creatividad a los tutoriales y a las pantallas, que les adiestrarán para perderse se la riqueza del aprendizaje real y humano…
Así, nuestra sociedad exageradamente “pantallizada”, va creando zombis digitales, dependientes y manipulables con este nuevo “opio del pueblo”. Del bebé, a cuatro patas, que gateaba sonriente, sostenido por las 4 hormonas de la felicidad, hemos pasado a adultos que caminamos estresados a 2 patas, sin rumbo, adictos e insatisfechos crónicamente. Hemos cambiado la pata de la oxitocina por las relaciones on-line y el tele-sexo y hemos sustituido la pata del gaba por mister orfidal y doña mariguana. Con suerte nos hemos quedado a 2 patas; la del placer desmedido de la dopamina y la de la serotonina compitiendo para ser y tener más y mejor que el vecino…algunos incluso solo pueden ir a la paticoja del entreten-i-miento y de las experiencias placenteras, sostenidos únicamente por la dopamina y el simpático, hasta que les da un telele de tanta tele.
¿Qué nos está pasando…?, ¿Cómo nos explica la neurociencia esta epidemia global con la nueva droga legal…?
Las 4 hormonas de la felicidad son necesarias y deben estar en equilibrio…La dopamina se consigue a través de todo lo que nos da placer; la comida, el sexo, un café, el chocolate…pero también a través de las drogas, las apuestas, los videojuegos, las pantallas y las redes sociales. Todo lo que tenga luz, sonido y color genera chutes de dopamina. Es decir, la dopamina estaría en todo lo que puede generarnos una adicción. La Serotonina se activa consiguiendo retos, con los viajes, con el ejercicio, la naturaleza y la buena dieta. El gaba también mejora con el deporte regular y la comida sana y la oxitocina se genera con todo lo que nos genera un vínculo, ya sea a personas o a algo superior; abrazos, caricias, amistad, relaciones ordenadas, sexualidad, el arte, la meditación y la espiritualidad…
Con las 2 últimas (gaba y oxitocina) no hay problema…cuando más, mejor…más paz, más tranquilidad, más sentimiento de ser querido, más empatía, más conexión, etc…pero con la serotonina y, especialmente con la dopamina, hay que tener mucho cuidado…Esta sociedad del individualismo y de la comida rápida, ha privilegiado estas últimas y ha despreciado todo lo que nos baja del ritmo frenético y todo lo que nos vincula entre nosotros…
Para el correcto desarrollo del cerebro de un niño, este debe tener un equilibrio (homeostasis en lenguaje médico) de neurotransmisores y hormonas. No quiero ser muy técnico y simplificaré mucho las cosas para que se entienda.
El cerebro se desarrolla de dentro hacia fuera. Primero se desarrollan los instintos de supervivencia del cerebro reptiliano y venimos “ de fábrica” sabiendo comer, respirar y descomer…después aprendemos a llorar si no tenemos comida o si nos sentimos desprotegidos, aprendemos a controlar los esfínteres y el territorio (no hace falta más que ver qué pasa si a un niño le quitas su juguete favorito…). A continuación, se desarrolla el cerebro mamífero o emocional y aprendemos a relacionarnos fuera de nuestro entorno cercano, a compartir y socializarnos. El cerebro humano, que es la capa más externa (corteza prefrontal), es lo último en desarrollarse en el niño/adolescente y de ella dependen funciones muy importantes como el discernimiento entre lo que está bien y mal, la creatividad, el control de los impulsos, las emociones superiores, la personalidad, la presencia y la consciencia de uno mismo. De hecho, estudios recientes, aseguran que esta maduración acaba entre los 25 y 30 años.
Otra cosa importante que debemos saber es que nuestro cerebro, si no está enfocado en una tarea, se pone en “piloto automático”, es decir, a saltar de pensamiento en pensamiento, como un mono de rama en rama; a esto los neurocientíficos le llaman “red neuronal por defecto” y nos pasamos, de media, un 50% del tiempo, que estamos despiertos, en esa red. Este vagabundeo mental es sano dentro de un equilibrio, pero pasar el día entero ahí, que es a la que nos invitan las redes sociales, las APPs y las pantallas, no ayuda al correcto desarrollo cerebral de los niños/adolescentes. Es decir, el tiempo de fijar nuestro cerebro en una acción analógica (conversar, dibujar, jugar en relación, deporte, estudio, aprendizaje de idiomas o música sin pantallas, etc…) es vital para su desarrollo.
Dicho esto, ahora viene el examen de agudeza mental: son 10 preguntas…las respuestas te las dijo a ti. Este examen se aprueba, solamente, si te das cuenta de alguna cosa que va mal en ti y haces algún esfuerzo para remediarla o para ser ejemplo…
Primera pregunta: Sabiendo que las redes sociales son el espejo de la red neuronal por defecto… ¿Qué crees que pasa en los adolescentes cuando ven decenas de selfis, mil historias de Instagram y cientos de wasaps por hora…?
Segunda pregunta: Sabiendo que los chavales de 12 a 16 años pasan una media de 6 horas en sus pantallas “conectados”…¿cómo estarán sus cerebros y sus vidas teledirigidas…?, ¿Con qué contenidos crees que nutren su aprendizaje en valores…?
Tercera pregunta: Sabiendo que 2 horas de videojuegos equivalen, en dopamina, a 2 horas de muy buen sexo y que 100 “likes” pueden segregan tanta dopamina como una raya de coca… ¿Cuánto de adicción crees que tienen nuestros adolescentes…?
Cuarta pregunta: Sabiendo que los cerebros de los niños están desarrollándose y son vulnerables y manipulables y que los hijos de los gurus de Microsoft, Google y Silicom valley viven sin pantallas…¿Estás dispuesto a dejar a tus hijos a merced de esta nueva droga legal…?
Quinta pregunta: Si el desarrollo cerebral de los menores, de la que dependen, el sentido moral, los valores, la creatividad y los impulsos agresivos y violentos…está constantemente amenazada por el consumo excesivo de pantallas…¿Cómo estará el sentido del bien y el mal y las reacciones de impulsividad y agresividad en nuestros pequeños…?,
Sexta pregunta: Si hay mil estudios que verifican esto y los pediatras y los pedagogos coinciden en ello…¿por qué no se toman medidas serias para alejar/racionar/deshabituar de las pantallas a los niños…?, ¿ no habrá filántropos, políticos, empresarios y mucho dinero detrás de esta descarada omisión…?
Séptima pregunta: Si para comer a tu bebé le ponías Pepa Pig, si pasaste los mejores años de su vida sin jugar con él, si le compraste su primera consola con 6 años y se enganchó a los videojuegos, si con 10 años le dejabas ver su serie favorita: “la que se avecina”, etc…estaba claro lo que se avecinaba…¿por qué te quejas ahora de que tu hijo de 17 años es adicto al juego y al sexo…?
Octava pregunta: Sabiendo que una forma de medir la adicción es ver el tiempo que transcurre entre que te levantas y fumas, bebes, tomas un café o miras una pantalla…¿Cómo andas tú de enganchado…? ¿Cuánta presencia puedes tener para estar aquí y ahora…?
Novena pregunta: Si las pantallas retrasan/anulan la maduración de la corteza prefrontal y, por ende, retrasan/anulan la fuerza de voluntad, la gestión del tiempo y de los impulsos, la creatividad, la conciencia y la conSciencia de si mismos…¿Por qué/para qué regalamos a nuestros pequeños dispositivos que anulan su voluntad, su creatividad y sus valores…?
Décima pregunta: Sabiendo que los niños actúan por imitación…¿podrías decirme cuantas veces tus hijos o los niños de alrededor te han pillan absorto en tu pantalla querida…? ¿Te podrías comprometer a no usar tu móvil delante de ellos o te vas a conformar con darme un like y que tu vida y tu ejemplo a los más pequeños no cambie…?
Gracias por tu lectura, tu atención y tu acción!!!
Dr. Arturo Vinuesa Sáenz (Médico de familia)
Col. Número 5725 en Navarra